¿Dónde nació usted y pasó sus primeros años?
Soy extremeño, nacido en Granja de
Torrehermosa (Badajoz). Con tres años y por motivos laborales de mi padre, nos
fuimos a vivir a Aguilar de la Frontera (Córdoba). Cursé lo que hoy es Primaria
en el Colegio de Jesús Nazareno de los Padres Oblatos y realicé el Examen de
Ingreso al Instituto; el bachiller elemental y el superior los cursé en el
Instituto Aguilar y Eslava de Aguilar de la Frontera e hice COU en Montilla. De
ahí me fui a estudiar a Sevilla y a Córdoba, donde terminé la carrera. Al finalizar el servicio militar (la mili), me volví a Aguilar, al domicilio de mis
padres.
¿Por qué se vino a vivir a Pozoblanco?
Al mes de terminar la mili (noviembre de
1981), me llamaron del Colegio Salesiano San José de Pozoblanco, donde
necesitaban un Ingeniero de la rama Eléctrica, para sustituir a un salesiano
(D. Lucas), que se iba en marzo de 1982 de Misiones a Togo (África) con otro
Salesiano del pueblo (D. Cesar), tristemente recordado hace unos días. Desde
entonces, vivo en Pozoblanco y me considero pozoalbense.
¿Qué carrera estudió? ¿Por qué se decidió por ella?
Soy Ingeniero Técnico Industrial por la rama
de Máquinas Eléctricas, carrera que terminé en la Universidad de Córdoba en el
año 1980. Aprobé las oposiciones de Maestro de Taller de Formación Profesional en
1985 y en el año 2000 aprobé las de Profesor de Tecnología General, puesto que
vengo desarrollando desde entonces en nuestro instituto. Trabajo en la
enseñanza desde enero de 1982.
Mi dedicación al mundo de la técnica me
viene desde muy pequeño, pues siempre he sido una persona curiosa. He querido
ver el interior de las cosas, saber por qué funcionan, cómo lo hacen y qué energía necesitan. Además, he tenido facilidad para arreglar lo estropeado, por
lo que el conocimiento adquirido con los estudios y en la carrera me abrió un
mundo de posibilidades.
De niño, mis juguetes preferidos eran los
mecanos, los juegos de electricidad y electrónica, el modelismo en sus
distintas versiones y todos aquellos que me construía, pues mi imaginación no
tenía límites. Ahora de adulto, el mundo del juguete y las máquinas herramientas
me siguen llamando la atención y es una afición de lo más apasionante.
McGyver era una serie de los años 80, protagonizada
por una especie de agente secreto que, con un alambre y un tornillo, era capaz
de abrir una caja fuerte o fabricar una lámpara de mesa. ¿Se considera usted un
“manitas”?
Creo que un poco sí. Gracias a Dios, tengo
una cierta habilidad manual que, unida a una gran curiosidad, me han hecho una
persona con interés por seguir viendo y comprendiendo la tecnología interna de
las máquinas. Los tiempos que me han tocado vivir ofrecen tal abanico de
posibilidades que resulta imposible abarcar todos los campos, pero en el camino
estoy y con la mente abierta a seguir aprendiendo.
A curiosear cacharros que no funcionan y que
se van a tirar. Me atrae descubrir cómo se abren, por qué no funcionan, qué tecnologías los gobiernan, qué mecanismos los componen, qué partes
independientes tienen y así estaría hablando y hablando. De las primeras cosas
que arreglé y me siento orgulloso fue un reloj de finales del siglo XIX o
principios del XX. Tenía una pieza rota y el relojero no me quería vender dicha
pieza. Así es que cogí dos engranajes de otros relojes que no funcionaban, los
corté, los uní y se los coloqué. El reloj, a día de hoy, sigue funcionando en mi
casa.
Algunas de mis aficiones son el mundo del
ordenador, la fotografía, la música, el vuelo, las maquetas de barcos
navegables, la óptica y la pesca. Aunque las practico cuando puedo, las tengo
aparcadas para el día en que me jubile.
De todas las materias que imparte, ¿cuál es la que
más le gusta?
Es difícil decantarse por una, pues el mundo
de la técnica abarca muchas disciplinas que no se pueden aislar, pero la
Tecnología y la Informática forman un tándem que se llevan el premio.
¿Cómo ve usted la enseñanza en la actualidad?
La enseñanza ofrece unas posibilidades de
conocimiento multidisciplinar amplísimo. Sin embargo, para algunos, la cultura
no es un valor que esté entre sus prioridades. Desafortunadamente, impera el "todo vale" y, si es sin esfuerzo, mejor. Creo que, para el que quiere formarse el
futuro, no hay límites y la preparación de nuestros jóvenes es más integral y
completa que la de mi generación. El acceso instantáneo y en cualquier lugar a
información de todo tipo mediante el ordenador e Internet, complementada con el
conocimiento del idioma inglés, les hace ser ciudadanos del mundo, por lo que
nuestro entorno se les queda pequeño.
¿Qué le desea al IES “Ricardo Delgado Vizcaíno” en
su vigésimo aniversario?
Continuidad. Que la posición alcanzada con
el esfuerzo de todos los compañeros que nos han precedido se vea incrementada
con el trabajo y la ilusión de todos los que estamos, con el deseo de que se
pueda celebrar el trigésimo aniversario.
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